Fauno

Como fauno de encantadora flauta,
de la nada surges sugiriendo rituales mágicos,
de esos que paren auroras doradas
con pócimas sagradas, brebajes benditos y zumos
extraídos por ti, directo de las entrañas de la tierra.

A tu comando, azules colibríes de fuego
danzan yubás sensuales a golpe de cuero curado…
Las aves del primer cielo retornan
cortando con sus alas de acero el firmamento,
desgarrando nubes que llueven vapores sobre los humedales
disparando el incendio…

Y el cuerpo de una musa apacible arde en llamas,
tornándose de otoñal bosque en salvaje selva tropical;
en amazona furiosa, páramo encendido;
batey anhelante, donde los peces dorados
elucubran danzas de orgasmos a son de tambor…
Latido de la vida que bulle, vibra, se retuerce y crece
hasta explotar en millares de estrellas que ríen,
mientras, aferradas a ti, se precipitan
quemándose contigo
en caída libre.

«Sátiro y ninfa» ©Diane Özdamar

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Perpetúame

Perpetúame en una caricia curiosa
que devele para ti el misterio.
Perpetúame en un beso
de brasa ardiente con sabor a cielo.
Perpetúame en el vaivén de tu cuerpo
como ola brava sobre mi orilla.
Perpetúame en la memoria de tu mano,
perdida, vagando por mis pechos.
Perpetúame en el abrazo cerrado
de una burbuja sin tiempo.
Perpetúame en lo suave y
en lo áspero de nuestro sexo.
Perpetúame en el olor
que queda de mí en tus dedos.
Perpetúame recordando
mis risas y mis jadeos.
Perpetúame en lo efímero.
Perpetúame en lo eterno.
Perpetúame, dejándome ser
tu más callado y dulce secreto.

«Another kind of Rhapsody» ©Dorinda Costras

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Entre diosas y tiranos

 


A veces la noche se viste

con su más denso traje de obsidiana

y observa cómo dioses, sabios y pueblos enteros

yacen dormidos, vulnerables;

sumidos en el estupor profundo… en la nada.

Aprovecha y los empuja  al fondo del espacio,

hacia ese lugar donde el tiempo parece

haber perdido su orden mientras por los pasadizos

de la inconsciencia sin prisas vaga.

Se abraza a la mañana, que llega despacio,

envuelta entre las sombras que aún reinan

para, juntas, presenciar  la hazaña

cuando  entre dioses, sabios

y pueblos dormidos, aparezcan los tiranos…

los napoleones, los calígulas y nerones

a levantarse en reclamo de guerra

hasta que, encendido, todo arda.

Como armas para el dominio

convocan a las diosas, brujas, musas y hadas,

que con total desenfado,

a la vida del hombre común saltan.

De uno de estos hombres

queda Afrodita prendada,

a quien se acerca y acaricia

plantando sobre su rostro

rojos besos de calidad pagana…

Y entonces, al hombre le nacen deseos

y con los deseos, le nacen alas

y entre el cielo y el infierno

-febril- se atreve a nombrarla.

Mientras la piensa y la siente,

violentándose entre sábanas

en jadeos, en gemidos, en caricias y miradas

llega ella, torciendo  sus líneas,

convulsionando sus metáforas…

Él, con fuerza la invoca a la vez que la piensa,

la sueña, la seduce y, por un eterno instante,

finalmente la hace suya… la atrapa.

 

Y así, sintiéndola… la perpetúa.

 

 

Imagen: Divine Couple | ©Ines Honfi

 

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Preparativos para tu regreso

Voy a decirle a la tristeza que se vaya

y que si no quiere irse, al menos por unos días

me acompañe a sonreír y, que de tanto hacerlo

decida cambiar su nombre y llamarse felicidad.

Voy a decirle a la soledad que me escriba una sinfonía de amor

mientras -apasionada- se besa con el silencio,

creando las más sublimes armonías, para luego regalártelas y que de ellas

nazca nuestra canción, esa que bailaremos sobre las olas doradas de nuestra playa.

Voy a decirle al dolor que se abrace a la esperanza

y, aferrado a sus alas, vuele alto y se transforme en rayo

de pureza iridiscente que se vierta sobre tu frente

dejándote mi caricia de eternidad sosegada.

Voy a salir a la calle y allí, caminando entre peces de colores,

descubriré tu rostro y recordaré tu nombre

y, llamando a mis estrellas mensajeras, enviaré un telegrama

que viaje desde mi corazón hasta tu alma

para avisarte que las águilas del primer cielo ya retornan

surcando el firmamento de las cosas simples,

del trigo temprano, de todo lo profundo y verdadero,

para recordarte que así mismo es ya la hora de tu regreso…

Mientras todo esto sucede saldré al jardín,

ese que para mí plantaste antes de partir,

allí recogeré girasoles, margaritas y jazmines…

girasoles para alegrar la casa,  margaritas para adornar tu mesa

y fragantes jazmines para perfumar mis cabellos

y que su aroma te traiga de nuevo hasta mí.

Encenderé lumbreras en mi pecho

por si llegases con frío confortarte en mi abrazo,

untaré mis labios con mieles y me volveré rocío

que refresque tu sangre y calme tu sed.

Nuestro jardín cantará jubiloso para recordarte el camino

y marcarte la vereda por la que regresará tu huella.

Desde la ventana miraré emocionada cómo te acercas.

Cuando ya pocos pasos te falten, correré a abrir la puerta y allí te esperaré

con mis brazos de cielo abierto y mis besos listos para bañar tu rostro

en ambrosía de sentimientos desnudos, de tu amor sedientos…

Las almas desnudas opacarán los cuerpos

cuando el universo entero estalle en soles, lunas,

galaxias y constelaciones ardidas de todo lo que no ha sido

dicho ni sentido en tanto, tanto tiempo.

Mis manos surcarán tu total geografía, lienzo perfecto

sobre el que trazaré eternidades en las cuales ya la soledad

ni la tristeza existirán y el silencio se verá lleno

con tu risa profunda y franca, de niño contento…

Y de mi vientre nacerán auroras, crepúsculos y plenilunios

cuajados de ti y de mí, de este amor único, de este amor nuestro.

Por eso…

Voy a pedirle a la tristeza que se vaya

Voy a decirle a la soledad que me escriba una sinfonía de amor y

Voy a decirle al dolor que se abrace a la esperanza…

para que se abra mi alma y sepa que la espera ya se acaba,

mientras gozosa ensayo los preparativos para tu regreso.

"Lavender"  ® Melissa Fiorentino

«Lavender»  ®Melissa Fiortentino

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Uno…

 

 

Acercándote a mí,

acercándote…

Acercando tu cuerpo

hasta tocar tu alma,

y una vez allí llegada,

fundir la tuya en la mía

sin saber si es a ti

o a mí a quien toco,

sí… así de cerca, mi vida.

 

Acercándome a tus labios,

acercándome

Me acerco hasta inhalar tu aliento

y sentir su caricia,

hasta haber llenado de ti

mis pulmones

sabiendo que de respirarte

depende que viva.

 

Acercándote a mi cuerpo,

acercándome al tuyo…

Dejando que mis manos

te dibujen en caricias;

tentando tus latidos

con mi corazón alado,

en pálpito sublime

escalando hasta la cima.

 

Acercándote, acercándome

Contemplándote, mostrándome

Entregándome, tomándote

Dándome, poseyéndote

Susurrándote, suspirándome

Consumiéndome, devorándote

Inhalándote, exhalándome

Sin freno, sin reparos,

sin miedos, vida mía

Mezclando el amor puro

con el crudo deseo

en ahogados jadeos,

en tiernas caricias.

 

Acercándonos,

mientras se entrelazan los cuerpos;

mientras se funden las almas

volviéndonos llama viva,

sin poder respirar

por el intenso galope

que palmo a palmo aumenta

y que en la piel palpita…

Transmutando la vida de este recipiente

sediento de la dulzura

de tu miel diluida.

 

Unidos los cuerpos, enredados

cuando vamos en picada, en libre caída…

Cuando ya sólo quedan los últimos temblores

y las almas, saciadas, a los ojos se miran.

 

Acercándote y acercándome.

Abrazados.

Entregados.

Convertidos en uno.

En amor dados, mi vida.

 

 

© Mark Arian

© Mark Arian

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