Acercándote a mí,
acercándote…
Acercando tu cuerpo
hasta tocar tu alma,
y una vez allí llegada,
fundir la tuya en la mía
sin saber si es a ti
o a mí a quien toco,
sí… así de cerca, mi vida.
Acercándome a tus labios,
acercándome
Me acerco hasta inhalar tu aliento
y sentir su caricia,
hasta haber llenado de ti
mis pulmones
sabiendo que de respirarte
depende que viva.
Acercándote a mi cuerpo,
acercándome al tuyo…
Dejando que mis manos
te dibujen en caricias;
tentando tus latidos
con mi corazón alado,
en pálpito sublime
escalando hasta la cima.
Acercándote, acercándome
Contemplándote, mostrándome
Entregándome, tomándote
Dándome, poseyéndote
Susurrándote, suspirándome
Consumiéndome, devorándote
Inhalándote, exhalándome
Sin freno, sin reparos,
sin miedos, vida mía
Mezclando el amor puro
con el crudo deseo
en ahogados jadeos,
en tiernas caricias.
Acercándonos,
mientras se entrelazan los cuerpos;
mientras se funden las almas
volviéndonos llama viva,
sin poder respirar
por el intenso galope
que palmo a palmo aumenta
y que en la piel palpita…
Transmutando la vida de este recipiente
sediento de la dulzura
de tu miel diluida.
Unidos los cuerpos, enredados
cuando vamos en picada, en libre caída…
Cuando ya sólo quedan los últimos temblores
y las almas, saciadas, a los ojos se miran.
Acercándote y acercándome.
Abrazados.
Entregados.
Convertidos en uno.
En amor dados, mi vida.